DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Diablo

El diablo tal como se lo concibe hoy en día en el mundo cristiano, es una realidad absurda –que tiene sus ecos en el judaísmo y en el islam– a la que se le atribuye todo el mal, particularmente a lo referido al pecado de la carne y la fornicación. También es el protagonista de cualquier maldad de la que es el responsable. Es un perenne tentador de seres humanos con sólo el fin de perderlos, y toda grosería se le asigna. Algunas son su especialidad, como la profanación de jóvenes castas, o vírgenes, a las que tienta genitalmente.

Es la más odiada entidad, a la que se le atribuyen todas nuestras penas y dolores; es la perdición del mundo, y su reino, subterráneo, es un inmenso mar de llamas avivadas constantemente por su soplo, llamado Infierno. Dante sitúa en él, como en el Purgatorio, las partes más interesantes de la Divina Comedia, aunque utiliza un lenguaje y una simbólica de su época, propio de un autor esotérico, es decir, universal.

Todos nosotros somos el diablo pues está claro que este horrible mundo en que vivimos es el Infierno, pero las autoridades eclesiásticas con criterio selectivo condenan a unos y a otros a distintos lugares después de la muerte. Al cielo, seguramente envían a unos pobres infelices que se han tragado todos los cuentos en los que ellos mismos no creen. Sin embargo, el personaje libidinoso y escaso de este diablo, aún es corriente entre nosotros y entre aquellos que le temen y rehúsan despavoridos cualquier contacto con él.

El diablo es la cara opuesta de Dios como el cielo lo es de la tierra sin que sea tan mala ésta última pese a lo que el hombre ha hecho con este regalo de la deidad. El diablo, o diábolos, tiene sin embargo una amplia trayectoria en la antigüedad y se lo suele dibujar en las iconografías como poseyendo garras, cuernos, y cola, pero sin embargo lo podemos asociar históricamente con el encantador dios Pan, hijo de Hermes, que gustaba del sonido de la flauta y la compañía de bellas mujeres.

La carta número XV de los Arcanos Mayores del Tarot pinta una figura también cornuda y semigrotesca. Sus ojos son bizcos. Sin ser hermafrodita, no parece tener sexo alguno y dos personajes están atados a sus influjos. En esto como en la Tradición Cristiana Medieval, el diablo o demonio (que viene del griego daemón y designa otro tipo de cosas ya que se trata del Ángel de la Luz o Lucifer que se ha opuesto a las fuerzas celestes y ha sido arrojado a la tierra, a la que ilumina) está asociado al mal y como tal igualmente al pecado, constituyendo un perenne complot contra las fuerzas del bien, como el Caos lo es con respecto al Orden; aunque en la misma Edad Media se lo suele representar haciéndose besar el culo por las brujas, conformando una visión ridícula, o muy literal como las tentaciones de San Antonio que nos son muy ajenas, pues no creemos de ninguna manera en el voto de castidad, pero al mismo tiempo simpática, que nos hace reír. Así debe tomarse a este personaje de modo risueño y condescendiente ya que es una imagen de algo inexistente "aunque unos hasta el sol de hoy en día crean lo contrario", como si de un simple engaño, o una forma de la dialéctica popular se tratara. Temerle a este personaje nefasto con olor a azufre es una forma imperdonable de la tontera, aunque al decirlo seamos excomulgados.

El diablo, que también puede ser asociado con el Macho Cabrío, el Baphometh de los Templarios, simboliza las energías ctónicas, las cuales se pueden aprovechar para la realización; ya que el proceso iniciático incluye un viaje hacia el interior de la tierra seguido por un ascenso hacia el centro celeste. En ese sentido recordar el acróstico V.I.T.R.I.O.L. que significa: desciende hacia el interior de la tierra y rectificando encontrarás la Piedra Oculta (Filosofal), utilizado por Basilio Valentín. Ese aprovechamiento puede lograrse también por medio de la energía sexual, es decir, del erotismo y la presencia del dios Eros, y Venus, particularmente; el deseo, la pasión y el furor, tal cual lo entendían Platón y Marsilio Ficino. Igualmente es un maestro o Psicopompo, aunque nunca hay que dejar de tener en cuenta a su contrapartida, la esclavitud de los sentidos y la fijación en la ilusión, las sombras y el sueño en un mundo imaginado, y que al liberarnos de ello y de todas las otras mentiras que nos fabricamos en otros campos, se logra la Trascendencia.

2. Satán existe y es el Adversario, el mayor peligro en el camino iniciático, o de Conocimiento. También constituye siempre el enemigo, animado por la propia dinámica de los individuos que se entregan a él de distintas formas, aunque la limitación contemporánea parece identificarlo casi exclusivamente con los genitales. El mal no tendrá jamás fin y triunfará siempre en el plano profano en que el hombre vive; salir de ese plano de modo inteligente constituye la única forma posible de eludirlo, aunque nunca la de exterminarlo pues él conforma un elemento de la creación, justamente el que tiende a negarla.

El diablo tal cual se lo visualiza en Occidente es un producto de la ficción generado por el miedo. Sin embargo sus atributos formales en la imaginería iconográfica parecen ser los mismos que los de Satán y derivan de las deidades del submundo etrusco: alas de murciélago, mirada estrábica, cuernos, rabo y patas como garras; inspirado en el macho cabrío, por aquello de la sexualidad.

Sin embargo muchos elementos del odioso adversario han pasado al diablo actual al que también se identifica con los demonios de los que nos hablan diversos textos sagrados, que constituyen ángeles caídos, habitantes del mundo subterráneo que como ellos están organizados en milicias (celestes e infernales) que se constituyen en jerarquías. Helas aquí:

Lucifer, Emperador; Belzébut, Príncipe; Astarot, Gran Duque; Lucifugé, Primer Ministro; Satanachia, Gran General; Agaliarept, General; Fleurety, Teniente General; Sargatanas, Brigadier; Nebiros, Mariscal de Campo.

En el antiguo Egipto tanto Horus, como Seth (el adversario) eran venerados y ambos compartían la barca solar que simbolizaba el viaje de ultratumba.

Arcano EL Diablo, Carta 15 del Tarot

El Diablo. Arcano XV del Tarot de Marsella.