DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Eleusis

Sitio griego cerca de Atenas donde se producían las iniciaciones mistéricas de ese mismo nombre. En la arqueología del lugar se han encontrado recipientes con ciertos restos micológicos que se utilizaban en los ritos gnósticos de la antigüedad griega heredados de los egipcios y que se atribuían al culto de Osiris y sobre todo a los misterios de Isis. Hierofante era el nombre del iniciador en estos ritos. Había sido recibido en los misterios de Apolo. Plutarco, alumno de Platón y Pitágoras, nos afirma en Los Misterios de Isis y Osiris que todas las iniciaciones son esencialmente lo mismo y ésta provee en el Egipto el modelo de lo que son las iniciaciones griegas donde el mito de Isis-Osiris (y Horus) es el arquetipo de los misterios que incluye a los de Eleusis. También en el capítulo XI de Las Metamorfosis de Apuleyo (siglo II) el autor de la obra, (escrita en primera persona), se hace iniciar en sus sagrados misterios.

Concretamente en Eleusis se celebraban los misterios de Perséfone, hija de Deméter, relacionados con la agricultura y las estaciones del año, en particular con la primavera, con el regreso de la Joven, la vuelta del verdor y la vida. Había dos tipos de misterios Eleusinos, los mayores y los menores. Los mayores acababan con la epopteya (revelación) y eran seguidos por un festín de varios días. Estos misterios estaba prohibido darlos a conocer, por lo que no tenemos ningún testimonio escrito; por otra parte son inefables, razón por la que no se puede dar de ellos sino alusiones indirectas y dejar que los revelen los símbolos en el sentido más extenso de su significado.

2. En su introducción a los Himnos Homéricos, Alberto Bernabé nos dice:

Estamos relativamente bien informados respecto a una serie de datos externos que precedían a la iniciación propiamente dicha. El día 13 del mes Boedromión (octubre) había una procesión de Eleusis a Atenas, con las imágenes, la reunión de los que pretendían iniciarse y la exclusión por parte del hierofante de los que no podían hacerlo.

En Atenas partía el 19 una procesión hacia Eleusis, que implicaba una serie de ritos: el gephyrismós 'paso del puente' con intercambio de alusiones satíricas, el canto del íacchos, himno cuyo contenido desconocemos, la aischrologia, intercambio de pullas, agudezas y gestos obscenos, el ayuno y la purificación simbolizada por el baño en el mar. Al llegar a Eleusis los peregrinos eran confortados con el ciceón, y el ritual proseguía durante toda la noche (pannychís).

Los Misterios propiamente dichos se celebraban del 20 al 23. Ya sobre este punto nuestras informaciones son parciales, escasas, tardías y poco de fiar. El lugar de celebración era el telestérion (esto es 'lugar de iniciación') de Eleusis, una sala rectangular, con columnas y escalones en los que se sentaban los mystai o iniciados. El centro lo ocupa un santuario, el anáktoron, al que sólo podía acceder el hierofante. El edificio disponía también de una pequeña cripta en la que se guardaban los objetos sagrados y asimismo iba adosado a él el templo de la diosa. El telestérion tenía una abertura en el techo para permitir la salida del humo de las antorchas. No es casual sin duda que el telestérion se halle situado sobre las ruinas de dos edificios micénicos, dato que apunta a la antigüedad del culto.

Las condiciones que debía cumplir el iniciado se conocen aunque de forma muy vaga, de un lado, por la información de que se componían de tres elementos: tá drómena (acciones rituales), tá legómena (fórmulas orales) y tá deiknoúmena (presentación de objetos sacros); de otro, por una fórmula que nos recoge Clemente de Alejandría en boca de los celebrantes, deliberadamente ambigua, para mantener el secreto de los Misterios: 'ayuné, bebí el "ciceón", cogí de la cesta, después de llevar a cabo los actos rituales, coloqué de nuevo en el canasto y, desde el canasto, en la cesta'. Parece que lo que se sacaba de la cesta era una representación de los órganos femeninos (en nota: Según Teodoreto de Ciro, Graecorum affectionum curatio VII, 11).