DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Felicidad

Se puede observar que la felicidad que debiera ser la armonía de las partes de un conjunto gracias a una psiqué ordenada e inteligente, se confunde con valores relativos a la posesión de objetos, o personas, así como al poder que de ello se desprende. En términos generales, la felicidad varía con las apetencias que son estimuladas por el medio, y que a veces se revisten de tal suerte que pasan a tener características religiosas: la propiedad de la casa, los objetos eléctricos que la sirven o las pinturas y artefactos decorativos que la visten, los que para un pobre valen un Perú.

También y fundamentalmente al matrimonio de por vida, o sea el encadenamiento consciente a una situación que se supone buena, o el hecho de tener hijos sanos y productores de bienes. Pero sobre todo se la asocia directamente con el dinero como siendo una posesión mágica, o sea capaz de transformarlo y obtenerlo todo, lo que se vive como un ideal a conseguir, que todos desean, y por el que hay que competir con los otros. El amor, en abstracto, es también un componente fundamental de la idea de felicidad, haya o no una situación marital. Se ha dicho que la felicidad está hoy íntimamente relacionada con las aspiraciones pequeño burguesas, teniendo en cuenta que este concepto no existía en los tiempos lejanos de los pueblos arcaicos, al punto que no hay términos para expresar esta huidiza idea, a la que llamamos así porque el objeto del deseo y su posesión cambian constantemente de nombre y significado, pues lo que se desea es, en el fondo, seguir deseando, tomando esto formas diferentes por lo que nunca podrá ser obtenido de modo real sino como una proyección fantasmal de una sed jamás colmada por su propia naturaleza.

La felicidad al igual que el arte no es algo abstracto que se tome como fijo, como una entidad independiente real y autónoma. El arte, palabra que no existe tampoco en lenguas del pasado o primitivas de hoy día, no es algo en sí mismo, como un concepto, tal lo consideran nuestros contemporáneos. Hay cosas que están hechas con arte, como nos dice Ananda Coomaraswamy en su libro: La Filosofía Cristiana y Oriental del Arte, y momentos, o secuencias de momentos felices, agregamos nosotros; es decir planos equilibrados y armónicos pero no un enunciado llamado la felicidad como un ideal a conquistar.

2. En la vida nadie ha sido feliz nunca jamás. Eso lo vio con claridad meridiana el Buda, al tomar conciencia de la existencia, y por ello decidió abandonar este mundo de inmediato.