Huehuetéotl (México)
Dios viejo o abuelo entre los antiguos mexicas con todos los aspectos atribuidos a la vejez, Sabiduría, prudencia y en general las virtudes de la ancianidad y la experiencia para estos pueblos.
2. Dios náhuatl «del fuego y del tiempo» o «del fuego y del año». Se identifica con Xiuhtecuhtli «dios antiguo y viejo».
Ya que también ocupa un lugar «central» y porque habita en la quinta dirección arriba-abajo, proyección del eje vertical que desciende desde Omeyocan o cielo más alto, hasta el ombligo de la tierra. → Centro. Ahí, donde se conjugan el tiempo y el espacio, Xiuhtecuhtli, tendido, observa la acción de los dioses en el acaecer temporal del universo a través de sus cuatro edades o soles y la lucha por establecer un equilibrio central, o quinta edad. Después presta apoyo a la tierra desde su ombligo, o centro de los cuatro rumbos, estaciones solsticiales o direcciones espaciales. Dios solar y del cielo diurno, llamado también «Señor de la Turquesa». A veces se le llama igualmente Ixcozauhqui que significa «semblante amarillo». Su última imagen es Tonatiuh.
3. Ometéotl está relacionado especialmente con su aspecto de «dios viejo», Huehuetéotl:
1. Madre de los dioses, padre de los dioses, el dios viejo.
2. Tendido en el ombligo de la tierra.
3. Metido en un encierro de turquesas.
4. El que está en las aguas color de pájaro azul, el que está encerrado en las nubes.
5. El dios viejo, el que habita en las sombras de la región de los muertos.
6. El señor del fuego y del año. (Miguel León Portilla, La Filosofía Náhuatl. Cita del Códice Florentino AP I, 16).
Viejo Dios del Fuego
Museo Nacional de México
4. Xiuhtecuhtli es identificado también con Huehuetéotl en el Códice Florentino, lib. VI, fol. 34 r, fol. 71. V. También se lo identifica con in tonan, in tota (nuestra madre, nuestro padre) en dicho Códice.
Igualmente se lo asimila a la pareja Ometecuhtli-Omecíhuatl: in teteu inan in teteu ita (madre y padre de los dioses), Códice Florentino, Lib. VI, fol. 148. Lo mismo en la Historia de los Mexicanos por sus Pinturas.
5. Sahagún en su Historia General dice:
Este dios del fuego llamado Xiuhtecuhtli tiene también otros dos nombres el uno es Ixcozauhqui, que quiere decir «cariamarillo»; y el otro es Cuetzalzin, que quiere decir «llama de fuego».
6. Walter Krickeberg en Las Antiguas Culturas Mexicanas afirma que de los dioses:
El más cercano al hombre era el dios del fuego. Es el «dios viejo» (Huehueteótl) y padre de todos los demás dioses, porque era el primero; pero es al mismo tiempo «Señor de la vecindad próxima» (Tloque Nahuaque), es decir, del presente inmediato, pues vive directamente entre los hombres; su residencia es el hogar, y el tres su número sagrado (las tres piedras del hogar que sostienen el comal y la olla), obviamente relacionadas con el fuego, tienen su origen en tres estrellas reveladoras del milagroso misterio del principio radiante, una deidad materializada en fuego que se expresaba como un sol microcósmico mediante luz y calor para propiciar la vida. Puesto que vive en el ombligo, es decir, en el centro de la tierra, forma el eje del mundo junto con el Ser Supremo en el cielo y el dios de la muerte en el inframundo. Como dios del fuego tiene en los manuscritos pictográficos un rostro mitad rojo, mitad amarillo, con la barbilla de color negro. Pero por lo general no se le llama «el del rostro amarillo», sino Xiutecuhtli, «Señor de Turquesa», de color azul celeste, porque también en este dios se reunieron lo terrestre y lo del cielo; el fuego de la tierra con el celeste (el sol), y la residencia del dios en la tierra con el cielo, azul diurno. Tiene por nahual, pues, a la serpiente de turquesa, y le sirven de adorno las turquesas.
Igual que al rey azteca, representante suyo en la tierra. Otro emblema de Xiuhtecuhtli, su gran pectoral rectangular en forma de mariposa estilizada, era símbolo de la llama.
7. Se lo representa iconográficamente como un hombre achacoso y anciano, similar formalmente al Itzamná maya. Identificado con el dios «buboncillo», que produce la creación al sacrificarse saltando sobre la hoguera en el mito Teotihuacano. Muchas de sus representaciones en cerámica funcionaban como braseros.