DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Rueda

El símbolo de la rueda es uno de los más completos y didácticos para explicar la cosmogonía y la simbólica en general. Se representa con una circunferencia cuyo centro es su origen y por lo tanto el sitio fijo donde se apoya el compás o sostiene el cordel para trazarla. Ese punto primigenio se une a la circunferencia conformando la figura del círculo, por medio de rayos que en el simbolismo de la rueda son sus radios.

Rueda del carro del Sol en Konarak, India.
Rueda del carro del Sol en Konarak, India

El punto aritméticamente es la unidad y a la circunferencia se le atribuye el número nueve –dígito cuyos múltiplos y submúltiplos se reducen siempre a ese número (9 x 2 = 18 = 1 + 8 = 9; 9 x 3 = 27 = 2 + 7 = 9) y es llamado en aritmosofía circular. La suma del punto y de la circunferencia (1 + 9 = 10) nos da la primera decena llamada de los nueve primeros números naturales, con el agregado del 0 en la matemática pitagórica, en relación con lo que no es, con la nada. Llevado a la tridimensionalidad el círculo conformaría una esfera que es una figura que tiene la particularidad de que todos los puntos de su periferia están a igual distancia de un centro invisible, le son equidistantes.

2. Todas las cosas en la manifestación se dan de modo circular. Este esquema es también el modelo del ciclo y posee una importancia fundamental puesto que los ciclos son inherentes a la historia y a las actividades de los humanos. Por otra parte la representación de la rueda con su punto central visible ha sido tomada como la del sol, por numerosos pueblos, y lo es también en la astrología y la alquimia. De hecho, el recorrido del sol es representado por un carro (solar) con sus correspondientes ruedas como son los carros habituales. Este símbolo de la rueda está vinculado, como puede verse, con el del movimiento y por lo tanto también con el del eje invariable, causa del recorrido de las llantas. De allí su asociación con el motor inmóvil aristotélico y con la sentencia de Platón acerca de que el tiempo es una imagen móvil de la eternidad. Por lo que vemos el punto central y el eje son una misma cosa: uno en el plano y el otro en la tridimensionalidad. Se supone que la rueda ha sido uno de los grandes inventos de la humanidad por la posibilidad de transporte que ofrece, facilitándolo a su vez. Pero hay pueblos (vgr. las Tradiciones Precolombinas) que han conocido el esquema de la rueda cosmogónica y calendárica, y no la han utilizado para su vida cotidiana, considerándolo un tabú, probablemente asociado al progreso indefinido y a la cárcel de la repetición robótica que embrutece y de la que se hace difícil salir. El uso profano de la rueda ha sido el causante de la enajenación y el automatismo del ser humano actual. Círculo Nueve.

Rueda de la Fortuna. Hortus deliciarum, Alsacia, finales s. XII
Rueda de la Fortuna
Hortus deliciarum
, Alsacia, finales s. XII

3. Ananda K. Coomaraswamy en su libro El Vedânta y la Tradición Occidental, señala:

Kha, cf. el griego χᾶος, es generalmente «cavidad», y en el Ṛg Veda, particularmente, «el agujero del cubo de la rueda por el que pasa el eje» (Monier-Williams). A. N. Singh ha mostrado de manera concluyente que en el uso matemático corriente durante los primeros siglos de la era cristiana en la India, kha significa «cero»; Sūryadeva, comentando el Āryabhata dice que «los kha se refieren a vacíos (khāni śunyā upa lakṣitāni)…», así khadvinake significa los dieciocho lugares designados por «cero». Entre otras palabras que significan «cero» están śūnya, ākāśa, vyoma, antarikṣa, nabha, ananta y pūrṇa. Lo primero que nos sorprende es el hecho de que las palabras śūnya, «vacío», y pūrṇa, «lleno», tengan una referencia común; esto implica que todos los números estén virtual o potencialmente presentes en aquello que es sin número; expresando esta idea como una ecuación, 0 = x - x, es evidente que el cero es al número lo que la posibilidad es a la realidad. Por otra parte, la utilización del término ananta con la misma referencia implica una identificación del cero con el infinito, siendo así el principio de todas las series igual a su final. Podemos observar que esta última idea se encuentra ya en los textos metafísicos más antiguos, por ejemplo en RV IV. 1. 11, donde se dice de Agni que «esconde sus dos extremos» (guhamāno antā); AB III, 43: «El Agniṣtoma es como una rueda de carro, sin fin» (ananta); JUB I.35: «El año es sin fin (ananta), sus dos extremos (antā) son el invierno y la primavera…, por eso el canto no tiene final (anantaṃ sānam)». Estas citas sugieren que se puede explicar la posterior selección de términos técnicos por parte de los matemáticos por referencia a un uso anterior de esos mismos términos u otros semejantes en un contexto puramente metafísico.

Como nuestra intención es demostrar la relación natural entre los usos matemático y metafísico de términos como Kha y otros del mismo orden utilizados en ambos contextos, recurriremos al diagrama de un círculo o rueda cósmica (cakra, maṇḍala), señalando la importancia de la relación entre las partes de ese diagrama según una tradición universal y, más particularmente, según la formulación del Ṛg Veda. Cójase un papel y márquese un punto cualquiera sobre él; con ese punto como centro trácense dos círculos concéntricos de cualquier radio, de modo que uno sea mucho menor que el otro; dibújese un radio desde el centro a la circunferencia exterior. Con excepción del centro, que, como punto, necesariamente carece de dimensión, obsérvese que cada parte de nuestro diagrama es meramente representativa; esto es, el número de círculos puede aumentarse indefinidamente, lo mismo que el número de radios, convirtiéndose cada círculo en un plano continuo, el área correspondiente a un determinado mundo o estado del ser; para nuestro objetivo, consideramos solamente dos de tales mundos –mitológicamente hablando, el Cielo y la Tierra, o, psicológicamente, los mundos del sujeto y el objeto– que forman juntos el universo o cosmos, modelo de cualquier mundo particularizado que puede ser pensado como una parte de él. En definitiva, se puede interpretar nuestro diagrama como el conjunto de dos círculos concéntricos con sus radios comunes y un centro común, o como la representación de una rueda, con su llanta, su cubo, sus radios y su punto de giro alrededor del eje.

Ahora bien, en primer lugar, como símbolo geométrico, es decir con respecto a la medida o numeración, nuestro diagrama representa las relaciones lógicas de los conceptos nada o cero, unidad no numerable, y multiplicidad indefinida; la superficie en blanco (śūnya) no tiene ninguna significación numérica; el punto central (indu, bindu) es una unidad no numerable (no numerable, advaita, porque no puede ser concebido un segundo centro); y cada circunferencia es una serie ilimitada (ananta) de puntos que pueden ser pensados como números; la totalidad (sarvam) de lo numerado, es decir, la individualidad, representa el conjunto de una serie matemáticamente infinita que se extiende desde el uno al «infinito», y que puede ser pensada como positiva o negativa según la dirección del procedimiento. Toda el área (śarīra) delimitada corresponde al espacio (deśa), y la rotación de los círculos sobre su centro corresponde al tiempo (kāla). Por otra parte, se observará que cualquier radio pone en relación puntos o números análogos o correspondientes en las dos circunferencias, si ahora suponemos el radio de uno o de ambos círculos infinitamente reducido, lo que nos lleva al punto central como concepto limitador (que es también «como era en el principio»), es evidente que este punto sólo puede ser pensado como el conjunto de todos los números representados en cada circunferencia. Por otra parte, este punto, al mismo tiempo que representa una unidad no numerable y, como hemos visto, una totalidad, debe ser concebido también como representación, es decir, como símbolo, de cero, por dos razones: 1) porque el concepto al que se refiere no tiene, por definición, ni lugar ni dimensiones, y es por tanto no existente, y 2) matemáticamente, la serie infinita, pensada como positiva o negativa según la dirección, se anula donde todas las direcciones se encuentran en un foco común.

Que yo sepa, los textos indios no proporcionan de manera específica una exégesis geométrica que corresponda exactamente a lo que se expone en el párrafo anterior. (...)

Así pues, metafísicamente, en el simbolismo de la rueda, la superficie en blanco, vacía (śūnya) de toda formulación (saṃkalpa) en el no ser primigenio (asat), representa lo verdaderamente infinito (aditi) y la posibilidad materna del ser; el punto axial o cubo, el ser ejemplar (viśvam ekam, RV III. 54.8 = la omnipresencia integral); la construcción en acto, una partición en las existencias realizada mentalmente; cada radio, la integración del individuo como nāma-rūpa, esto es, como ser interiormente arquetípico y exteriormente fenoménico; la llanta, el principio de multiplicidad (viṣamatva). O bien, empleando una terminología más teológica, podríamos también decir que la superficie indeterminada representa a la Divinidad (aditi, parabrahman, tamas, apaḥ); el punto axial o roca inmóvil, a Dios (āditya, aparabrahman, īśvara, jyotí); el círculo del cubo, al Cielo (svarga); cualquier punto de la circunferencia del cubo, un principio intelectual (nāma, deva); la llanta, a la Tierra con sus fenómenos (viśvā rūpāni) análogos (anurūpa); la construcción de la rueda, el acto sacrificial de la creación (karma, sṛṣṭị); su abstracción, el acto de disolución (laya). Además, el trayecto (gati) de cualquier individuo según el camino determinado por un radio es primero centrífugo (pravṛtta), y luego centrípeto (nivṛtta), hasta que se encuentra dentro de la rueda, el ser individual se libera (mukta), la rueda ya no lo envuelve arrastrándolo en su movimiento local, y la revolución de la rueda se convierte entonces en una imagen (jagaccitra) contemplada en la simultaneidad por quien, como «vidente de lo que gira alrededor», paridraṣṛṭ, «presencia todas las cosas», viśvam...abhicaṣṭe. I. 164.44. (Cap.: «Kha y otras palabras que significan cero en relación con la metafísica del espacio»).

Mosaico romano, s. I a. C. Museo de Corinto.
Mosaico romano, s. I a. C.
Museo de Corinto