DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Titanes (gr.)

Nos dice Walter F. Otto en su libro Los Dioses de Grecia:

La religión prehomérica se distingue de la homérica porque lo masculino tiene menos peso que lo femenino. Las deidades masculinas poseen un carácter diferente del que estamos acostumbrados a imaginar en Homero o en el arte clásico. Son los Titanes que, según el mito, fueron arrojados y encerrados en las profundidades por los dioses olímpicos. La Tradición conservó la historia de un violento encuentro que terminó con la historia de los nuevos dioses. ¿Qué venció en aquel momento? Seguramente no sólo nombres, sino valores esenciales.

La caída de los Titanes. Nicandro, Theriaca et Alexipharmaca, med. s. X.
La caída de los Titanes
Nicandro, Theriaca et Alexipharmaca, med. s. X
Biblioteca Nacional de Francia, París

Conocemos bastante del carácter de los Titanes para saber que eran fundamentalmente distintos de los olímpicos a los que tenían que someterse. La primera de las mencionadas tragedias de Esquilo nos muestra con estremecedora grandeza a uno de ellos: Prometeo.

Es un dios, hijo de la Gran diosa de la Tierra, cuya obstinación no puede ser vencida por el nuevo Rey del Cielo. Se burla de la nueva generación divina que lo maltrata únicamente porque salvó a los hombres de la perdición. Clama a los elementos divinos: el éter, el aire, los ríos, el mar, la tierra maternal y el sol como testigos de la injusticia que sufre. A su alrededor se reúnen las hijas de Océano y hasta el viejo dios del mar viene en persona a mostrarle su simpatía. Esquilo imaginó a Prometeo llevándose el poderoso secreto a la profundidad, tan es así que permanece desde entonces en el espíritu de la humanidad. Pero no hay duda de que antes era menos noble, igual que Hefesto, un dios del fuego y del artificio a quien la existencia humana debía mucho, casi todo. Pero ¿cómo hizo llegar sus beneficios al género humano? Hesíodo lo denomina «el astuto». Varias veces en Homero se utiliza el mismo nombre para Cronos, el supremo de los Titanes, y solamente para él. La narración de Hesíodo le otorga el mismo epíteto. Para ambos debía de ser muy típico. En efecto los mitos que hablan de ellos los muestran como seres cuya fuerza es la artimaña y el asalto furtivo. Por eso Homero no quiere saber nada de sus hazañas y tenemos que recurrir a Hesíodo para enterarnos de algo. Tales caracteres, juntamente con los peregrinos mitos en que actuaban, no podían gustar al rapsoda que admiraba la orgullosa y admirable masculinidad de los olímpicos. El fuego, tan útil a los hombres, lo consiguió Prometeo mediante un robo; el mito del robo del fuego, difundido por todo el mundo, se debe a él. Su segunda hazaña es el fraude por el cual consiguió que los dioses eligiesen para sí la peor parte del sacrificio dejando a los hombres las mejores. Cronos también es un ladrón. En una emboscada se lanza contra su padre Urano en la oscuridad, para mutilarlo. Sus fechorías contra la esposa y los hijos se describen como asaltos de un bandido. En calidad de espía perspicaz acecha a su madre embarazada. Cuando estaba próxima a dar a luz a Zeus, consiguió, con ayuda de sus padres, esconderse de él y tener ocultamente a su hijo más joven. Así Cronos es engañado: se le da una piedra en lugar de los niños que quiere devorar. Mediante otro ardid se le hace devolver primero la piedra y después todos los niños devorados anteriormente. (…)

Lo que sabemos del nombre y forma de las deidades masculinas desalojadas por los olímpicos parece encuadrar perfectamente en la impresión que suscitan los mitos relacionados con ellas. El nombre Titán ha tenido, según la Tradición, el significado de «Rey». «Titán» no se refiere a cierta clase de dioses, sino a los grandes, los verdaderos dioses, igual que deus entre los romanos, Zeós entre los griegos. (…)

Pero es extraño que estos Titanes fueran caracterizados repetidas veces como dioses priápicos (…) Pero no se puede atribuir a la acentuación de lo sexual en los Titanes la misma importancia que en los seres fálicos de la época histórica. Los pequeños ídolos de madera de las culturas primitivas pueden enseñarnos el aspecto que debía tener un ídolo de Titanes, de Príapo y otros dioses de su género, para servir de recordatorio a los hombres de siglos posteriores, quienes pudieron enfrentarse a menudo a esas imágenes antiguas. La masculinidad era llamativamente acentuada en estas simples y pequeñas figuras. De esa manera se caracterizaban como dioses masculinos, naturalmente prolíficos, pero no voluptuosos. Así estaban al lado de las divinidades maternales y de su esencia, la Madre Tierra, cuya naturaleza femenina y maternal los aventajó inmensamente en grandeza y dignidad.