DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Tula

Ciudad arqueológica en México, famosa por sus gigantescas columnas de figuras humanas. Se supone es el centro de la cultura tolteca, aunque Laurette Séjourné rebate esta idea, con toda razón, pronunciándose por Teotihuacan, otra ciudad mucho más grande y compleja, según nos testifican sus restos arqueológicos que ocupan dilatados sitios, entretejidos los unos con los otros.

Tula, restos del edificio con los atlantes.
Tula, restos del edificio con los atlantes

Pero debe señalarse que tanto los toltecas –y sus descendientes– como los mayas, creían venir de Aztlán, un lugar del otro lado del Atlántico, que muchos han vinculado con la portentosa Atlántida de Platón.

René Guénon, en otro contexto que el precolombino, ha mostrado igualmente el nombre de una ciudad llamada Tula, o Tulé, la Hiperboreal, de la que son centros secundarios tanto la isla de la Atlántida como «la isla blanca» (Aztlán) de los precolombinos. (El Rey del Mundo, cap. X).

En lo que concierne a la «región suprema», podríamos citar todavía muchas otras tradiciones concordantes; hay concretamente, para designarla, otro nombre, probablemente más antiguo que el de Paradêsha: este nombre es el de Tula, de donde los griegos hicieron Thulé; y, como acabamos de verlo, esta Thulé era verosímilmente idéntica a la primitiva «isla de los cuatro Señores». Por lo demás, es menester observar que el mismo nombre de Tula ha sido dado a regiones muy diversas, puesto que, todavía hoy, se le encuentra tanto en Rusia como en América central; sin duda se debe pensar que cada una de estas regiones fue, en una época más o menos lejana, la sede de un poder espiritual que era como una emanación del poder espiritual de la Tula primordial. Se sabe que la Tula mexicana debe su origen a los Toltecas; éstos, se dice, venían de Aztlan, literalmente «la tierra en medio de las aguas», que, evidentemente, no es otra que la Atlántida, y los mismos habían traído este nombre de Tula de su país de origen; el centro al que dieron este nombre debió reemplazar probablemente, en una cierta medida, al centro del continente desaparecido. Pero, por otra parte, es menester distinguir la Tula atlante de la Tula hiperbórea, ya que es esta última la que, en realidad, representa el centro primero y supremo para el conjunto del Manvantara actual; es esta Tula hiperbórea la que fue la «isla sagrada» por excelencia, y, así como lo decíamos más atrás, su situación era literalmente polar en el origen. Todas las otras «islas sagradas», que son designadas por todas partes por nombres de significación idéntica, no fueron más que imágenes de aquella; y esto se aplica incluso al centro espiritual de la tradición atlante, que no rigió más que un ciclo histórico secundario, subordinado al Manvantara.

Y en otro lugar agrega:

Es así cómo la Tula atlante, cuyo nombre se ha conservado en la América central adonde fue llevado por los Toltecas, hubo de ser la sede de un poder espiritual que era como una emanación del de la Tula hiperbórea; y como ese nombre de Tula designa a Libra, su aplicación guarda estrecha relación con el traslado de la misma designación desde la constelación polar de la Osa Mayor hasta el signo zodiacal que, todavía hoy, lleva el de Libra. También hay que referir a la tradición el traslado del sapta riksha (la morada simbólica de los siete Rishis), en cierta época, desde la misma Osa a las Pléyades, constelación igualmente formada por siete estrellas, pero de situación zodiacal; lo que no deja dudas a este respecto, es que las Pléyades eran llamadas hijas de Atlas y, como tales, también eran llamadas Atlántides.

… Naturalmente, este sentido, que cabe llamar histórico, no excluye en modo alguno los demás sentidos; además, nunca hay que perder de vista que, según la analogía que hay entre un ciclo principal y los ciclos secundarios en que se divide, todas las consideraciones de este orden siempre son susceptibles de aplicaciones en grados diversos; pero lo que queremos decir, es que bien parece que el ciclo atlante se haya tomado como base en la tradición hebraica, ya sea que la transmisión se hiciese por intermedio de los egipcios, lo que por lo menos no tendría nada de inverosímil, o por cualquier otro medio.

Si hacemos esta última reserva, es porque parece particularmente difícil determinar cómo se hizo la unión de la corriente venida de Occidente, después de la desaparición de la Atlántida, con otra corriente descendida del Norte y que procedía directamente de la Tradición primordial, unión de la que había de resultar la constitución de las diferentes formas tradicionales propias de la última parte del Manvantara.

… y por cierto no son las tentativas de reconstitución a que se entregan los arqueólogos profanos lo que puede aclarar la cuestión; pero no es menos cierto que muchos vestigios de un pasado olvidado salen de la tierra en nuestra época, y ello no puede carecer de motivo. Sin aventurar la menor predicción sobre lo que pueda resultar de tales descubrimientos, cuyo posible alcance suelen ser incapaces de sospechar aquellos mismos que los efectúan, hay que ver en ello ciertamente, un «signo de los tiempos»: ¿No ha de volver a encontrarse todo en el final del Manvantara, para servir de punto de partida para la elaboración del ciclo futuro? (Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos).

 
De los Anales de los Cakchiqueles

(Manuscrito de Tecpan Atitlan)

Origen de los Mayas-Cakchiqueles

1. –Nuestros padres, nuestros antecesores, los que engendraron a los hombres de la antigüedad, antes que las colinas y llanuras de aquí fueran por ellos ocupadas; cuando solamente moraban en ellas conejos y pájaros, según se dice; cuando ellos ocuparon estas colinas y llanuras, aquellos nuestros padres y antecesores procedentes ¡Oh hijos míos! de Tulán.

2. –Escribiré también lo que decían nuestros padres y antecesores, Gagagüitz llamado el uno, Zactecauj el otro; y esto era lo que contaban de cuando vinieron del otro lado del mar, de la comarca llamada Tulán, de donde procedían y fueron engendrados por nuestras madres y padres, ¡Oh, hijos nuestros!, como lo dijeron, nuestros padres y antecesores en la antigüedad, llamados Gagagüitz y Zactecauj, los dos grandes hombres que vinieron de Tulán, y nos engendraron a nosotros los Xajilá.

3. –He aquí también los nombres de los linajes: Gekacuch, Bacajolá y Cibakijay. Los llamados Catún y Chutiaj engendraron a los de Bacajolá; I-Tzanat y Guguchón a los de Gekacuch; el jefe Daquí y el jefe Chajom engendraron a los de Cibakijay. Solo cuatro eran los linajes cuando vinieron de Tulán con nosotros, la gente Cakchiquel, ¡Oh, hijos nuestros!, como se dice. También se unieron los de Cagüek, los de Totomay y los de Xurcaj así llamados y procrearon. También se juntaron los llamados de Quejay, de Loch y Xet y engendraron; así también los de Pak, Telom, Coxajil y Cobakil, y asimismo engendraron; y los de Ikomag también se unieron; y estas cuatro divisiones, así mismo unidas, son ahora aquí las tribus.

4. –Esto también es lo que dijeron Gagagüitz y Zactecauj: éstas son las propias palabras que expresaron Gagagüitz y Zactecauj: «Cuatro clases de gentes vinieron de Tulán: en el sol levante está un Tulán: uno está en Xibalbay: uno está en el sol poniente (y nosotros vinimos de éste, del que está en el sol poniente) y uno está donde está Dios.» Por lo tanto, hay cuatro Tulanes, según dicen, ¡Oh, hijos nuestros!; del sol poniente vinimos, de Tulán del otro lado del mar, y fue en este Tulán cuando al llegar, nacimos nosotros, cuando fuimos producidos por nuestras madres y nuestros antecesores, según dijeron.

5. –«Y entonces fue producida la piedra de obsidiana para el precioso Xibalbay, para el glorioso Xibalbay: y el hombre fue hecho por Tzakol y Bitol: fue su sostén la piedra de obsidiana cuando se hizo al hombre en la miseria; y cuando se formó a la gente se alimentó de madera, se alimentó de hojas; no quería más que la tierra; no podía hablar, no podía caminar; no tenía sangre, no tenía carne; así dicen nuestros padres, nuestros antecesores. ¡Oh, hijos míos! Nada se encontró para alimentarla, al fin se encontró algo para alimentarla. Dos bestias sabían que había alimento en el lugar llamado Paxil donde estaban estas bestias, el Coyote y el Jabalí de nombre. Aun en los rastrojos se encontró el alimento; pero entonces la bestia Coyote fue muerta al separar el maíz, cuando buscaba las semillas para amasarlas, por una bestia llamada Gavilán, y de dentro del mar fue traída por el Gavilán la sangre de la Serpiente y del Tapir con la cual iba a amasarse el maíz; con lo cual fue formada la carne de la gente por Tzakol y Bitol; y bien supieron ellos, Tzakol y Bitol, Alom y Cajolom quién había nacido, quién había sido engendrado; pues hicieron a la gente tal como fue hecha, formaron a la gente tal como la hicieron»; así lo cuentan. «Había trece hombres y catorce mujeres; hablaban, caminaban, tenían sangre, tenían carne. Se casaron y uno tuvo dos esposas, por tanto la raza se mezcló, esta raza de la antigüedad, según dicen ¡Oh, hijos nuestros! Ellos procrearon hijas, ellos procrearon hijos, aquellos primeros hombres. Así se hicieron las gentes, y así se hizo la piedra de obsidiana para encerrarla en Tulán; así vinimos nosotros a donde estaban los Tzotziles a las puertas de Tulán; al llegar nosotros, al venir, fuimos producidos; al venir dimos el tributo en la obscuridad, en la noche. ¡Oh, hijos nuestros!» Así hablaban Gagagüitz y Zactecauj, ¡Oh, hijos míos! y lo que dijeron no ha sido olvidado. Ellos son nuestros antecesores; éstas son las palabras con las cuales ellos nos alentaban en la antigüedad.

6. –Entonces nos fue mandado venir junto con nuestras madres y nuestros padres, a nosotros los de los trece grupos de las siete tribus, los trece grupos de guerreros; y llegamos a Tulán en la obscuridad y en la noche, y al llegar dimos nuestro tributo. Recibieron el tributo de los guerreros de las siete tribus y fueron ellos colocados en orden a la izquierda de Tulán, donde se hallaba el pueblo de las siete tribus; a la derecha de Tulán, se alinearon los guerreros. Primero se recibió el tributo de las siete tribus, en seguida se recibió el tributo de los guerreros. Pero éste no era más que jade y metal, plumas verdes escogidas y juntas, y objetos pintados y esculpidos, y por donativo: flautas, canciones, calendarios de fiesta y de tiempo, cacao fino y ordinario; sólo estas riquezas se pagaron y las únicas riquezas que los guerreros llevaron de Tulán fueron sus arcos, brazaletes, rodelas de madera, y fue cuanto sacaron de Tulán.

7. –En seguida se mandó a nuestras madres y a nuestros padres, diciéndoles: «¡Vosotros, hijos míos!, ¡vosotras, hijas mías!, ¡he aquí las cargas que sostendréis y mantendréis!» Así les habló la piedra de obsidiana: «He allí vuestras colinas y llanuras; he allí, que del otro lado del mar están vuestras colinas y llanuras. ¡Oh, hijos míos! Allí es donde vosotros levantaréis vuestros rostros. Estas son las cargas que se os dan, vuestras riquezas, vuestra majestad.» Así se les dijo a las trece divisiones de las siete tribus, a las trece divisiones de guerreros, y en seguida se les dio la madera y la piedra que engaña; cuando descendían de Tulán a Xibalbay se les dio la madera y la piedra, según relataban nuestros primeros padres y antecesores Gagagüitz y Zactecauj. Éstas, en verdad, fueron sus cargas y éstas fueron también sus propias palabras.

8. –Las siete tribus llegaron primero a Tulán, según se dice; y en pos de ellas vinimos nosotros los guerreros, habiéndose recibido los tributos de todos los guerreros de las siete tribus, cuando se abrieron las puertas de Tulán.