DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Cosmogonía Sumeria

Samuel Noah Kramer es una autoridad prácticamente reconocida mundialmente por los estudiosos por esclarecer desde hace años las investigaciones sobre los sumerios con trabajo de campo, lectura de tablillas por más de 40 años y escribiendo varios libros sobre el tema. En uno de ellos que ostenta la curiosidad de ser el libro sobre arqueología que más se ha vendido en el mundo se hace la siguiente síntesis hablando de una tablilla de singular importancia.

1. En la tableta que nos da la lista de los dioses sumerios, la diosa Nammu, cuyo nombre se halla escrito por medio del "pictograma" empleado también para el vocablo "mar" primitivo, está designada como "la madre que da la vida al cielo y a la tierra".

"Cielo y tierra" eran concebidos, pues, por los sumerios como producidos y creados por el mar primitivo.

2. El mito titulado El Ganado y el Grano, del que hablaremos en el capítulo XIII, se inicia por estos versos:

"Sobre la Montaña del Cielo y de la Tierra / An engendró a los anunnakis".

De donde hay motivos para suponer que los sumerios se imaginaban al cielo y a la tierra reunidos como una montaña cuya base era la sede de la tierra y cuya cima era la cumbre del cielo.

3. Un poema que nos explica la fabricación y la consagración del azadón, esa preciosa herramienta agrícola, empieza con la siguiente estrofa:

"El Señor, decidido a producir lo que fuese de utilidad. / El Señor, cuyas decisiones son inconmensurables, / Enlil, que hace germinar de la tierra la simiente del 'país', / Imaginó separar el cielo de la Tierra, / Imaginó separar la Tierra del Cielo".

¿Quién fue, pues, el que separó el cielo y la tierra? Fue el dios del aire, Enlil.

Habiendo llegado así al término de mis investigaciones, pude resumir la doctrina "cosmogónica" elaborada por los sumerios, quienes explicaban el origen del universo de la manera que sigue:

1. En un principio había el Mar primordial. Nada se dice ni de su origen ni de su nacimiento, y es muy posible que los sumerios lo hayan concebido como habiendo existido eternamente.

2. Este Mar primitivo produjo la Montaña cósmica, compuesta del cielo y de la tierra, aún entremezclados y unidos.

3. Personificados y concebidos como dioses de forma humana, el cielo, llamado por otro nombre el dios An, representó el papel de macho, y la tierra, llamada también Ki, el de la hembra. De su unión nació el dios del aire, Enlil.

4. Este último separó el cielo y la tierra, y, mientras su padre An se llevaba el cielo, por su parte, Enlil se llevaba la tierra, su madre. La unión de Enlil y de su madre, la Tierra, dio origen al universo organizado: la creación del hombre, de los animales, de las plantas y el establecimiento de la civilización.

¿Quién había, pues, creado el universo? Los dioses. Los primeros de estos dioses se conforman con los grandes "elementos" cósmicos: el Cielo, la Tierra, el Aire, el Agua. Estos dioses "cósmicos" engendraron a otros dioses, y estos últimos, a la larga, produjeron con qué poblar hasta los menores rincones del universo. Pero únicamente los primeros dioses eran considerados como verdaderos creadores. Era a ellos a quienes pertenecían, en tanto que organizadores y mantenedores del cosmos, los grandes reinos en cuyo seno todo existía, se desarrollaba y se activaba. La existencia de los dioses, agrupados en un "panteón", queda atestiguada por los documentos más arcaicos. Era, para los sumerios, una verdad elemental axiomática. Invisibles para los mortales, los dioses no por eso dejan de guiar y controlar el cosmos. Cada uno de estos dioses tenía a su cargo un determinado elemento del universo, del cual tenía que dirigir las actividades según reglas bien establecidas. Al lado de los cuatro dioses principales, a quienes incumbía la responsabilidad por los elementos fundamentales, había otros que se repartían el gobierno de los cuerpos celestes, el sol, la luna y los planetas; las fuerzas atmosféricas, como el viento, el rayo, y la tempestad; y, en la tierra, las entidades materiales tales como los ríos, las montañas y las llanuras; los elementos diversos de la civilización, por ejemplo, las ciudades, y los Estados, los diques, los campos y las granjas; y hasta ciertos instrumentos y herramientas como el pico, el molde de hacer ladrillos y el arado. Dioses sumerios e Himnos sumerios.

2.

Diagrama de la Cosmogonía Sumeria

1. Cielo superior: lugar de residencia de Anu, dios del Cielo.

2. Cielo intermedio: lugar de residencia de los dioses celestes, los Igigi.

3. Cielo inferior: lugar de residencia de las divinidades astrales.

4. Tierra de los hombres, rodeada por el Mar (8).

5. "Infierno" superior: lugar de residencia de los fantasmas de los difuntos.

6. "Infierno" intermedio: el Apsu, la gran capa de agua dulce, lugar de residencia de Enki / Éa.

7. "Infierno" inferior: lugar de residencia de las divinidades infernales, los Anunnaki.

8. El Mar, que rodea la Tierra de los hombres.

9. Las Montañas de los límites del mundo.

10. El Océano cósmico.

La imagen del universo según la tradición mesopotámica (la estratificación 1-3 y 5-7 ha sido tomada de un "comentario" del I milenio).

Hay que señalar que no se puede olvidar el carácter esquemático y, al mismo tiempo, sistemático de este diagrama y de la imagen de las cosas que a través de él se intenta materializar: se trata de una visión mitológica, es decir, deducida principalmente a partir de una construcción imaginativa y destinada a dar cuenta de las formas. No sólo dista de nuestro cuadro científico del universo, sino que, además, presenta muchas contradicciones internas, inherentes a toda mitología, en la que los problemas planteados nunca se llegan a resolver en su conjunto sino sólo uno por uno, existiendo la posibilidad de que la solución de un problema entre en contradicción con la de otro, y, con frecuencia, la misma cuestión da lugar a muchas respuestas diferentes, cuando no contradictorias, con tal de que cada una de ellas sea "verosímil" en sí misma. Así, por ejemplo, y en lo que respecta a esta cuestión, existen otros documentos mitológicos que dan a entender que el Apsû (nivel n.º 6) estaba situado inmediatamente por debajo de la Tierra de los hombres (nivel n.º 4), mientras que los fantasmas de los muertos se encontraban encerrados en el reino gobernado por las divinidades infernales (n.º 7). (Croquis tomado de Jean Bottéro y Samuel Kramer, Cuando los dioses hacían de hombres).